Se podría decir que lo que me llevó ahí fue: a) lo mal que juegan los Pumas últimamente y b) el anexo técnico-arquitectónico de una carretera. Les explico. Hacia mediados del año pasado aposté con PT que si los Tigres le ganaban a los Pumas yo iba a Monterrey y viceversa. "Sorprendentemente" ganaron los Tigres 5-0... Digo lo del anexo porque una llamada con mi jefe estuvo taaaan aburrida y taaaaaan larga que me puse hojear una revista, enterándome así de los Gourmet Awards y que Chef Herrera en Monterrey había ganado Mejor Restaurante Nuevo por encima de comederos tan populares últimamente como el Quintonil y Maximo Bistrot. Así, cuando me lancé a pagar mi apuesta, ya tenía resuelta una de las preguntas que aquejan continuamente al ser humano "¿Dónde comemos?".
Como el lugar está medio escondido en una callecita perpendicular a la avenida principal y, según recuerdo, el exterior está todo pintado de negro fue medio difícil encontrarlo. Tip: La puerta de entrada es corrediza. A mí me tomó 1 minuto completo darme cuenta. Algo que les garantizo no van a dejar de notar cuando estén adentro, son las constantes referencias a Edgar Allan Poe, ya que además de un cuadro con su imagen rodeada por cuervos, arriba de la barra hay un pizarrón con algunas recomendaciones de vino y una frase de uno de sus poemas, Spirits of the Dead. El esqueleto colgado en la pared y los candelabros hechos con lo que creo son cuernos de venado, terminan el numerito.
Dada la ingesta de "jaiboles" de la noche anterior, lo primero que el suscrito y PT pedimos fue un Lin Chin. Coctel preparado con sangrita de la casa, jugo de naranja y cerveza. Superó todo lo que uno podría esperar de un buen clamato con chela. Tal fue el enamoramiento, que tuvimos que repetir la dosis antes de que siquiera llegara la comida. Por el frío, primero nos pedimos un caldito norestense, que según yo, era como una crema de frijol bayo con bolitas de queso y juliana de tortilla frita. Verdadera comida tradicional hecha con muy buena materia prima. Como segundo tiempo nos decidimos por la lengua braseada y el tlapanil. La lengua no estaba ni chiclosa ni deshaciéndose como barbacoa y venía en una salsa que de pronto era algún tipo de adobo. Los tacos que nos hicimos con las minúsculas y muy gruesas tortillas que nos dieron quedaron de lujo. El tlapanil son camarones salteados con manitas de puerco en una salsa de frijol negro picante. Yo sé, la combinación suena medio rara, pero estaba muy buena. Total, lo peor que les puede pasar si se aventuran es que la novia les haga cara de fuchi. Nada que no se arregle llevándola después por su caramel machiatto deslactosado light venti con poca crema. Para el gran final, nos recomendaron lo que describieron como un bollo especiado con azúcar impalpable, dulce de leche y una salsa de frutos rojos llamado Pan de Bruja. Altamente recomendable. Sobre todo si lo acompañas con un té de jazmín.
A pesar de que los domingos cierran temprano y por lo mismo había muy poca gente, creo que tanto la comida como la decoración cantinosa, se prestan muy bien para ir con los muchachos a cenar un jueves o para darse la tarde del viernes después de comer. Así que si andan por Monterrey y no tienen ganas del típico cabrito o caer en los restaurantes de la remodelada Plaza Fiesta San Agustín (ahora Main Entrance), es una opción increíble.
Dato curioso: El té de jazmín me abrió el apetito y a las 3 horas me encontré pegándole a unos boneless en la barra del Chili's.
Mejor forma de llegar: Con un local para que no haya pierde.
Costo: $1,100 ya con propina por PT y por mí.
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Lin Chin, Caldito Norestense y Lengua Braseada |
Río Orinoco 114 Oriente
Colonia del Valle
Monterrey, Nuevo León
01 81 8336 6706 / / 01 81 8335 36 80
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