Viernes 2:30 p.m. y el estrés que normalmente invade todo mi boteresco cuerpo cuando no tengo plan para comer, comenzaba. Afortunadamente ya hace algún tiempo teníamos ganas de visitar el Quintonil y mi idea de lanzarnos le pareció bien a Sánchez e incluso logramos que se unieran Rocky y la Wera.
Como trabajo por el rumbo y ya había pasado por ahí un par de veces, no tuve problema en encontrar el lugar. Cuestión que si vas en coche y es tu primera vez se puede complicar. El tamaño de la entrada da la sensación que el restaurante va a ser demasiado pequeño, sin embargo una vez que entras, te das cuenta que tiene un tamaño más que adecuado. Ya adentro, me pareció que el piso y las mesas de madera hacen muy buen contraste con el color de las paredes y que todo el restaurante está muy arregladito. Como todavía no era muy tarde, pudimos escoger terraza. Que en realidad no es más que un patio bien ambientado con las paredes pintadas de blanco y unas mesas muy padres de lo que yo creo era mármol.
Una vez instalados y platicar de qué teníamos ganas cada uno, decidimos pedir la "comida corrida" que es su versión de menú degustación. Claro que antes tuvimos que convencer al mesero que queríamos que nos cambiara la ensalada de quelites por el arroz con huevo. Con esos platillos, muy en la onda del Pujol, cualquiera pensaría que estábamos comiendo en la cocina económica de la Condesa donde comía con el Invete cuando era pasante...
Como otras veces, sólo voy a hablar de lo que me acuerdo que nos dieron. Después de todo, si no me acuerdo, creo que no vale la pena contárselos. Lo primero que nos dieron fue el arroz verde con huevo. Sin duda fue un súper acierto pedirlo en lugar de la ensalada. El huevo venía escalfado -o pochado como le dicen algunos- perfectamente y al romper la yema se suavizaba el leve "picor" de la salsa de chile poblano del arroz. No lo dejen de pedir. Como segundo plato nos dieron una sopa de maíz y frijol. No sé si la vara quedó demasiado alta con el primer tiempo o de plano no traía nada. Luego le entramos a la lengua de res wagyu en mole negro oaxaqueño. Sinceramente no creo que haya mucha diferencia con la lengua de cualquier vaquita contenta. Lo que sí sé es que el mole era de primer nivel. Por supuesto dejé casi limpio el plato con la ayuda de una canasta completa de pan. De postre nos dieron higos cristalizados con helado de queso cotija y gelatina de miel. La idea del helado se me hizo muy cotorra y con los higos el sabor dulce/salado quedaba muy bien. Me recordaron un poco a los que sirven con queso de cabra en el Odeón.
Definitivamente este es un muy buen lugar para llevar al amigo que quieres impresionar sin tener que ir a los restaurantes que, además de mucho más caros, ya están muy vistos y aunque no los conozca va a decir que ya fue. Además, los meseros están muy bien entrenados y son ceros payasos. Me orientaron muy bien a la hora de pedir algo de tomar sin que fuera lo más caro.
Dato curioso: Sólo manejan marcas de cerveza artesanal. Yo me eché una Tempus obscura muy buena.
Mejor forma de llegar: Tienen valet parking, pero si estás en la zona, caminar o ecobici son las mejores opciones.
Costo: Por la comida, 2 cervezas, una botella de vino entre los cuatros y la propina, pagamos $1,000 cada uno.
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Higos Cristalizados |
Newton 55
Colonia Polanco
D.F.
5280 26 80 / / 5280 16 60 / / 5280 02 54
Website: http://www.quintonil.com/
Twitter: @rest_quintonil
Facebook: http://www.facebook.com/pages/QUINTONIL/179230338826928